Los internados
El escenario, por excelencia, de la novela Una Promesa de Juventud son dos internados internacionales suizos ubicados a orillas del lago Zúrich. Un contexto tan concreto está lleno de curiosidades y también de retos de documentación. Y es que, aunque los colegios que aparecen en la novela son 100% ficticios, están inspirados en cierto modo en las escuelas que, desde finales del siglo XIX, se habían ido creando en Suiza, acogiendo a estudiantes de todo el mundo.Un poquito de Historia
Un país como Suiza, ubicado en medio del continente europeo y caracterizado por su neutralidad, no parece mal sitio para iniciar un proyecto educativo internacional. Si, además, tenemos en cuenta que es cuna de dos de los pedagogos más reconocidos de los últimos siglos - Jean Jacques Rousseau y Johann Heinrich Pestalozzi -, la conclusión parece evidente.
Jean Jacques Rousseau @ Retrato por Maurice Quentin de La Tour. Wikimedia Commons. Dominio Público.
Aunque hay iniciativas anteriores, sobre todo vinculadas a congregaciones religiosas, el momento en el que comienzan a proliferar los internados suizos laicos es en las últimas décadas del siglo XIX y las primeras del XX. Los primeros casos nacieron por iniciativa privada, habitualmente relacionada con un apellido en concreto como, por ejemplo, la familia Carnal en Le Rosey (1880), la familia De Meyer en el Beau Soleil (1910) o la familia Gademann en el Institut Auf Dem Rosenberg (1889). Así, el fundador o fundadora se convertía en el director o directora del centro, cargo que pasaba de generación en generación. En general, se crearon con la clara determinación de atraer a un alumnado internacional, aunque también contaban con estudiantes suizos que, en determinados casos, acudían a las clases en régimen de externado.
Entre 1900 y 1930, el ritmo de aparición de nuevos colegios internacionales se mantuvo. Algunos de estos son alumbrados por grupos de pedagogos, como el Lyceum Alpinum Zuoz (1904) o el Sant George's International School (1927), o al abrigo de organizaciones internacionales como la Sociedad de Naciones, con sede en Ginebra, como la École Internationale de Gèneve o Ecolint (1924). En estos nuevos formatos, los directores se desvincularon del órgano fundador y, por ende, de la propiedad, lo que supuso una evolución en la complejidad de las estructuras.

Institut auf dem Rosenberg. 1902 @ Unknown author. Wikimedia Commons. Dominio Público.
Casi desde el inicio, estos centros atrajeron a las familias más pudientes de cada país. Y es que la naturaleza privada de la educación, así como el posicionamiento dirigido a las élites, terminó por convertir estos colegios en la segunda casa de los niños llamados a hacer Historia en política, economía, moda, medicina, arte...etc. Pero su reclamo no solo era ese. La mayoría gozaban (y gozan) de localizaciones de ensueño en castillos o bonitos edificios rodeados de lagos, bosques y montañas. Así, si podías costearlo, debía de ser difícil resistirse a la postal de ensueño de una educación de calidad en tales parajes.
Pegados a la actualidad
Como hemos comentado, los internados internacionales suizos contaron, desde su origen, con alumnado variado que, en líneas generales, abarcaba desde los 9 a los 17 años. Al principio, estos colegios eran de educación segregada - a excepción de la Ecolint -. Es decir, había colegios femeninos (como Brillantmont International School) y colegios masculinos (como Le Rosey). Con el transcurso del siglo XX, esta característica terminó por eliminarse, al igual que ocurrió en muchos otros sistemas educativos occidentales. Hoy en día, la mayoría admiten tanto a niños como a niñas.
Alumnas del colegio femenino británico St. Catherine. 1923 @ Autor desconocido. Wikimedia Commons. Dominio Público.
Pero este detalle no fue el único que estuvo marcado por su tiempo. Las tensiones políticas, las crisis, las guerras, las modificaciones de fronteras o las pandemias fueron perfilando y condicionando la vida en estos centros. Algunos de los instantes más delicados de su Historia fueron las dos guerras mundiales que, debido a esa naturaleza internacional, afectaron a su funcionamiento. En ambos momentos, hubo colegios que mantuvieron sus puertas abiertas y otros que, asfixiados por la situación, decidieron cerrarlas. En cualquier caso, los que continuaron funcionando vieron cómo el número de alumnos se reducía año tras año. No obstante, aquello permitió que sirvieran como refugio a niños de familias amenazadas por el conflicto.
Asimismo, como bien señalan las anécdotas consultadas en el libro elaborado por Brillantmont International School, en su 120º aniversario, aquel ambiente tan particular y especial originó que, aun en tiempos complejos, estas escuelas hicieran posible una suerte de "Sociedad de Naciones en miniatura". Así, uno de los principales valores de estas iniciativas, el diálogo entre culturas y la tolerancia, pudo ejercitarse al margen de las tensiones del mundo exterior, creando lazos genuinos entre jóvenes de distinta nacionalidad. Quizás, si te has adentrado en los pasillos de St Ursula, esto te resulte familiar...

Evacuación de población civil en Gran Bretaña. Segunda Guerra Mundial. Autor desconocido. Wikimedia Commons. Dominio Público.
Con el fin de la Segunda Guerra Mundial, muchos de los que habían cesado su actividad reabrieron. A ellos, se sumó otra ola de aperturas que se extendió a lo largo de la segunda mitad del siglo XX. Una vez más, el devenir de la Historia marcó las características de estas instituciones que, poco a poco, fueron introduciendo más elementos de la educación anglosajona - sinónimo ahora de internacionalismo - como, por ejemplo, la elección del inglés como lengua vehicular. Además, episodios como la guerra de los seis días (1967), el mayo del 68, la crisis del petróleo de los años 70 o la caída del muro de Berlín (1989) continuaron incidiendo en el número de matriculaciones y en el ambiente de estos colegios.
Pero si hay un rasgo que ha permanecido durante todo este tiempo es la presencia de nombres y apellidos destacados. Y es que, si atendemos a algunos de sus matriculados durante el siglo XX, nos topamos con personajes como la que fue primera ministra de la India Indira Ghandi (Ecolint); el corresponsal de The New York Times de origen polaco Tad Szulc (Le Rosey); el filósofo y periodista austríaco André Gorz (Lyceum Alpinum Zuoz); la hija de Marlene Dietricht, María Riva (Brillantmont International School); la directora de cine, de origen ucraniano, Maya Deren (Ecolint) considerada la madre del cine de vanguardia estadounidense; el último sah de Persia, Mohammad Reza Pahlevi (Le Rosey); varias generaciones de la familia Hermès (Beau Soleil) o el mismo rey emérito de España, Juan Carlos I (Le Rosey).

Mohammad Reza Pahlevi junto a Ali Reza, Mehrpour Teymourtash y Hossein Fardousten en sus años de estudiante en Le Rosey. Década de 1930. @ Autor desconocido. Wikimedia Commons. Dominio Público.
Selección de internados históricos
Institut Le Rosey (1880)

Brillantmont International School (1882)

Institut auf dem Rosenberg (1889)

Lyceum Alpinum Zuoz (1904)

Collége Alpin Beau Soleil (1910)

L'École Internationale de Genève (1924)

Saint George International School (1927)
