Dos modas para dos épocas
En la novela Una Promesa de Juventud aparecen dos líneas temporales. Por un lado, el curso 1939-1940. Por otro, el año 1977. Casi cuarenta años separan estas coordenadas históricas, con todo lo que ello conlleva. Poco o nada se parece la forma de entender la moda, que no deja de reinventarse. Hablamos de mediados del siglo XX, una etapa en la que prendas como el pantalón y la minifalda se colaron en el armario de muchas mujeres, mientras que complementos de siempre, como el sombrero, abandonaban los percheros. Los hombres volvieron a llevar el pelo más largo y se atrevieron, incluso, con las chupas de cuero y los acampanados.La década de 1930
Antes de la Segunda Guerra Mundial
Esta parte podría ser perfectamente una continuación de lo que aparece en La moda de principios del siglo XX. Y es que, tras el crack del 29, cambió el rumbo de la moda occidental. Ya habían empezado a percibirse nuevos aires, pero, sin duda, el revés económico terminó de dar carpetazo al estilo reinante en los años veinte. Estos años significaron el inicio de la democratización de la moda. La gran depresión difuminó los límites entre clases, se potenció el prêt-à-porter, que copiaba los diseños de las selectas casas de moda y fabricaba en serie para venderlo en los grandes almacenes, y se empezaron a utilizar tejidos más baratos, como el algodón, y sintéticos (aparecieron el nylon y el rayón).
Fashion Plate. 1930 @ Rijksmuseum, CC0.Wikimedia Commons.
Uno de los aspectos en los que fue más evidente fue la longitud de la falda. En 1927, había llegado a su nivel mínimo, por las rodillas, y, a partir de entonces, volvió a bajar hasta la pantorrilla. Las primeras prendas en las que se aplicó el nuevo largo fue en los vestidos de fiesta que, en los años siguientes, llegaron hasta los pies. Además, la cintura volvió a su lugar y se ciñó. Las mangas se alargaron y el cloché dejó de rematar los conjuntos femeninos. El cabello volvió a dejarse crecer hasta la media melena, que se solía recoger en moños - fueron populares los chignon - o peinarse con ondas o rizos tubo.
El protagonismo de las medias y las piernas fue arrebatado por los hombros y la espalda en los años treinta. Se potenció la silueta atlética (delgada y esbelta) en las mujeres, algo apoyado y fomentado por las creaciones de los diseñadores y los referentes del momento: las actrices del star system hollywoodiense. Los sombreritos pequeños ladeados, las boinas y los casquetes de diseños variados (y, en ocasiones, rocambolescos) se convirtieron en los nuevos compañeros de las mujeres y, en los pies, se popularizó el uso de zapatos estilo peep-toe con tacón ancho y bajo o cuña.

Ilustraciones en periódico austríaco. 1933 @ Autor desconocido. Wikimedia Commons. Dominio Público.
Pero si algo caracterizó la moda de la década de 1930, en su sentido más artístico, fue el peso de los diseñadores. Pensemos que estamos en tiempos de Chanel, Vionnet, Balenciaga, Dior, Mainbocher, Nina Ricci...y un largo etcétera. París continuaba siendo el centro de creación mientras, expectantes, los europeos eran testigos de cómo las tensiones políticas aumentaban. En medio de la incertidumbre, algunos modistos quisieron llevar el cambio de rumbo de la moda un paso más allá con la recuperación de crinolinas y corsés. Sin embargo, el transcurso de los acontecimientos terminó por dejar atrás esta idea.
En el caso de los hombres, desde la Primera Guerra Mundial, se evidenció una tendencia reinante: la informalidad. Si a principios del siglo XIX, con la moda a la inglesa, la vestimenta masculina perdió color, riesgo y variedad, en el siglo XX, comenzó a buscar fórmulas más cómodas y desenfadadas. La Gran Guerra, paradójicamente, contribuyó a esta causa, popularizando el uso de prendas como, por ejemplo, la gabardina. Poco a poco, cayeron en desuso el frac o el redingote. A cambio, se generalizó el uso de los Oxford bags - pantalones holgados -, las chaquetas cruzadas, los plusfours - pantalón corto ancho-, los chalecos suéters y un tipo específico de traje conocido como el gángster wear.

Plate 010. Moda masculina. Inglaterra. 1930 @ Donación de Woodman Thompson. Dominio Público. Metropolitan Museum of Art.
En su caso, también se fomentó el ideal estético atlético, con cuerpo en forma de triángulo invertido (al igual que en el caso de las mujeres, los hombros y la espalda eran los reyes). Para ayudar a potenciar esta parte del cuerpo, se añadieron hombreras a las chaquetas. En los pies, continuaron utilizando los veteranos Oxford, así como los mocasines y zapatillas como las Converse para ciertas actividades más informales.
En estos años previos al estallido de la guerra, aunque París seguía siendo el centro de la moda, los países que estaban gobernados por regímenes totalitarios (véase, Alemania, Italia y la URSS), potenciaron la industria textil nacional, alejándose un tanto de las tendencias nacidas en la ciudad de la luz. Lentamente, además, las firmas británicas y estadounidenses fueron haciéndose un hueco en la cumbre de la industria, algo que se consolidó en la década siguiente.

Plate 010. Moda italiana década 1930 @ Donación de Woodman Thompson. Dominio Público. Metropolitan Museum of Art.
Durante la Segunda Guerra Mundial
Aunque muchos diseñadores quisieron resistirse a la evidencia, al final, la guerra acabó alcanzando a Europa. Esto supuso un nuevo cambio en la industria de la moda. Por un lado, París, su eterna capital, fue ocupada por los alemanes en 1940 y, a partir de este momento, los grandes modistos que decidieron permanecer en ella debieron ajustarse a los requerimientos y censura nazis. Por otro, la sociedad en general estaba inmersa en un sangriento conflicto que, además de pérdidas humanas, supuso un nuevo revés económico para las economías implicadas. Así, en Reino Unido, se comenzaron a utilizar cupones que limitaban el número de prendas que podía adquirir cada ciudadano. Los remiendos caseros y la reutilización de prendas antiguas sustituyó a las compras en almacenes o las visitas al taller.
Cupones de ropa utilizados en Reino Unido en la Segunda Guerra Mundial @ Ministry of Information Photo Division. Wikimedia Commons. Dominio Público.
De esta forma, la moda en Europa estuvo fuertemente condicionada por los acontecimientos y supeditada a la nueva realidad de un conflicto que terminó por durar la friolera de seis años. Esa moral de guerra provocó que se rechazara el lujo y la ostentación a cambio de la comodidad y la sobriedad. Los cortes rectos y los hombros cuadrados de los uniformes militares permearon en el resto de atuendos y fueron adoptados también por las mujeres.
En este momento, el traje sastre - que había continuado evolucionando desde finales del siglo XIX - se vuelve un básico para las mujeres. Conjuntos de chaqueta, falda por la rodilla, zapatos oscuros de tacón ancho o cuña con cordones, guantes y un pequeño sombrero de fieltro inundaron la retaguardia. A estos atuendos, a menudo fabricados con telas toscas, baratas y de colores neutros, se podían añadir detalles más animados como pañuelos o remates coloridos. No obstante, el contexto también impuso la discreción, por lo que los escotes de los años previos desaparecieron de la vida diaria. Complementos como las hombreras y los cinturones ayudaron a completar la estética militar.

Csoportkép, 1940 Budapest. @ Fortepan Photo. Donante desconocido. Copia de archivo. Wikimedia Commons. Dominio Público.
En el frente, el uniforme se impuso. Y, aunque se podría pensar que las prendas empleadas por los soldados quedaron al margen de la moda, nada más lejos de la realidad. Algunas de las creaciones del momento, ideadas para garantizar la movilidad y comodidad de los efectivos, terminaron encontrando su lugar en los guardarropas, en tiempos de paz. Hablamos de la chaqueta de cuero, los monos, los petos o las gafas de sol.
En este periodo, se produjo un acelerón en la industria de la moda estadounidense. Como hemos comentado, los países ocupados o beligerantes, pese a mantener sus industrias activas, no podían funcionar con normalidad. Así, en Estados Unidos, cuya economía se libró de las consecuencias de ser campo de batalla, se continuó potenciando una moda nacional que sentó las bases del mercado de moda masivo y que, con el tiempo, terminó influyendo a la industria de moda europea.

Soldados de la Royal Air Force. 1940 @ Royal Air Force. Wikimedia Commons. Dominio Público.
La década de 1970
Herencia de los sesenta
Para comprender la moda reinante en los años setenta, es preciso tener en cuenta un cambio fundamental que se produjo en la década anterior: las grandes tendencias dejaron de estar circunscritas a los hombres y mujeres adultos. La industria ya no diseñaba solo para los padres. Ahora también pensaba en los hijos, en la juventud. Y es que, este grupo de población había empezado a manifestar sus ideas, su rechazo al sistema. Este detalle abrió la veda a la rebeldía y a la búsqueda de creaciones arriesgadas, incluso más que las que habían existido en los revolucionarios años veinte.
Moda años 60 @ Anefo. CC0. Wikimedia Commons.
Si pensamos en los sesenta, una prenda viene a nuestra mente casi de forma instantánea: la minifalda. Si en los años previos, la altura de la falda por la rodilla parecía todo un hito, ahora esta subió hasta el muslo con el diseño de Mary Quant. ¡Imagina lo que supuso! Además, a esta se sumaron otros elementos como los tops o el uso de leotardos. La cintura de las faldas y los pantalones subió a las caderas. El pelo se llevaba largo, también en el caso de los hombres (recordemos la estética de los Beatles en su primera etapa).

Los Beatles @ CBS Television. Wikimedia Commons. Dominio Público.
Así, también se dio la bienvenida a las formas rectas y geométricas en los vestidos, muchas veces estampados. Fueron habituales, en blusas y trajes, los cuellos Peter Pan, el redondo clásico y el alto. Además, empezaron a borrarse las fronteras entre las denominadas prendas masculinas y las femeninas con la aparición del concepto "unisex". Caso de esto fue el pantalón vaquero, que continuó popularizándose en estos años. También los de campana.

Campaña de HAIR en Finlandia. 1969 @ Esko Sala. Helsingin Sanomat. Wikimedia Commons. Dominio Público.
Asimismo, a finales de los sesenta, apareció un estilo muy concreto: el del movimiento hippie. Este, que surgió al hilo de la propia revolución de la moda y la sociedad acaecida en esos años, apostó por las blusas de estampados, vaqueros bordados, pantalones campana, las flores, las faldas largas hasta los pies, pelo largo, etc...
El cambio de enfoque se consolida
Aunque la década de 1970 fue bastante más tranquila que la de 1960, la redefinición de la moda al servicio de los jóvenes se quedó y tomó fuerza. También la tendencia de la moda femenina a fusionarse con la masculina en muchos aspectos. Y es que, en esos momentos, se vivió una nueva ola del movimiento feminista, que causó que se apostara por el modelo unisex y el uso de prendas tradicionalmente masculinas (detalle que cristalizó, sobre todo, en el inicio del uso del traje de chaqueta y pantalón o los chalecos en la década siguiente).
Moda años 70 @ National Archives at College Park. Wikimedia Commons. Dominio Público.
En este momento, se puso el foco en las nalgas. Los diseños de pantalones apoyaron la causa y comenzaron a hacerse más y más estrechos en esa parte para, después, terminar en una campana. El ideal atlético, que había llegado en los años treinta para quedarse, continuaba siendo el ansiado y admirado por hombres y mujeres.
Los hombres también hicieron lo propio en lo relativo a la moda femenina y tomaron prestada la estrechez en las camisas, así como los estampados en pantalones. Además, su estilo de vestir continuó su camino a la informalidad, influenciado por el estilo deportivo o militar. Los trajes formales ya no se utilizaban en el día a día, ni siquiera para ir a trabajar, y, como ocurre hoy día, empezaron a estar relegados a ocasiones especiales.

Estudiante, años 70 @ Ed Uthman. CC BY-SA 2.0. Wikimedia Commons.

Universitarias de Houston, Texas, en los años 70 @ Ed Uthman. CC BY-SA 2.0. Wikimedia Commons.
Por otro lado, en estos años, terminó de tomar forma la diversificación de estilos, abandonándose la constante del estilo único. Tenemos el estilo hippy, el punk, el clásico, el disco etc... El punk, en concreto, a pesar de nacer como una moda muy concreta, acabó influyendo en el devenir de las tendencias del cambio de década. Y es que, los peinados imposibles y la laca inundaron los años ochenta.

Moda punk. @ Tim Schapker. CC BY 2.0 . Wikimedia Commons.