Serie «Memorias viajeras»
Segunda de cuatro reflexiones sobre los pensamientos y sensaciones que me han generado algunos lugares que he visitado. Los he ido guardando en mi cabeza, analizándolos, y ahora quiero compartirlos contigo. También algunas de las fotografías que hice, al descubrirlos. Quizás, en algún caso, coincidamos. Quizás, no. Pero, ojalá, los viajes no nos dejen nunca indiferentes.
La joya del Moldava
Hace tiempo ya que la conocí. Pero no me gusta contar los años, porque todavía la echo de menos. La descubrí un verano caluroso y, desde entonces, suelo imaginármela en un día de invierno, con nieve en las esquinas, con humo en las chimeneas y paseantes nocturnos a la luz de las farolas amarillentas. Creí que las expectativas sobrepasarían la realidad, pero ¡craso error! Me enamoré sin remedio.
Primero de sus calles empedradas. Después de sus puentes, con el magnífico puente de Carlos a la cabeza. Del castillo y Malá Strana, con cuestas incluidas. Bueno, quizás de las pendientes no tanto. De la ribera del Moldava, entonces plagada de barcos con oferta gastronómica y música; también de jóvenes y cervezas y risas y fotografías. De las iglesias. Del reloj astronómico y esa plaza que se abre justo al lado y que nos lleva, sin percatarnos, hacia el barrio judío. De las sinagogas, testigos de un pasado marcado por la tragedia.

Praga @María Reig
Y de sus gentes. En apenas tres días, topé con varios vecinos (incluido un buen amigo) que me mostraron rincones que todavía no se han borrado de mi mente. Una biblioteca franciscana con libros del siglo XIII, un mirador que solo conocen los locales, una buena dosis de anécdotas políticas en una cervecería instalado dentro de una vieja iglesia…Recuerdo que fue la primera parada de un viaje extenso. Y, con Praga en la mochila, fui más exigente con cada nuevo descubrimiento.
La conocí un verano caluroso y no hay día en que no desee volver a verla, en su ambiente normal, para colarme en su rutina y probar sus guisos más intensos. Probablemente me envuelva el arrepentimiento cuando no soporte sus temperaturas, pero así habita en mi cabeza la ilusión por volver a encontrarme con esa joya bohemia.

Praga @María Reig

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