Serie «Memorias viajeras»
Tercera de cuatro reflexiones sobre los pensamientos y sensaciones que me han generado algunos lugares que he visitado. Los he ido guardando en mi cabeza, analizándolos, y ahora quiero compartirlos contigo. También algunas de las fotografías que hice, al descubrirlos. Quizás, en algún caso, coincidamos. Quizás, no. Pero, ojalá, los viajes no nos dejen nunca indiferentes.
Paraíso fronterizo
Algunos días, miro las fotos. Solo para asegurarme de que no fue un sueño. Me bañé en sus aguas cristalinas y mis pies se rebelaron al pisar las piedras que, salvajes, recubrían el fondo de ese lago de fantasía. El camino hasta allí fue largo, pero me acuerdo de que, durante todo el tiempo, pensé: “ha merecido la pena”. Ese paraje, ubicado entre Alemania y Austria, pero perteneciente a la primera, tiene dos maravillas: el Königsee y el Obersee.
El trayecto en barco por el primero fue el prólogo de un festival de vistas que abrumaban sin querer. Las ventanas mostraban ese pedacito de paraíso que parecía una ilusión a punto de desvanecerse. No había ruido más allá del rumor de conversaciones ajenas. Solo el silencio de la naturaleza, tan único, tan escaso, tan real.

Königsee @María Reig
El sol llenó de colores los recovecos de aquella postal. Incluida la iglesia de San Bartolomé, punto intermedio del itinerario hacia el final del Königsee, enclave que nos recuerda que el ser humano ha llegado a todas partes. Las montañas vigilan por todos los puntos cardinales. En lo alto de una, un lugar histórico que ahora no viene al caso, pero que se erigió allí en una de las épocas más complejas del país.
Los que apostamos por continuar caminando, una vez paramos en el último embarcadero, tuvimos la enorme recompensa de descubrir el lago menor, el Obersee. Allí, los rugidos del turismo se hacen pequeños. El revoloteo de las abejas y el zumbido de la vida misma acuna el avance hacia ese otro edén. En un buen día, la ropa sobra y solo queda dejar que el agua nos abrace (con gran impresión, eso sí).

Königsee @María Reig
Y, mientras nadas o recorres su orilla, piensas: ¿mis ojos lo inventan o está ahí? Por eso, algo en tu interior te exige tomar fotografías – pese a ser un sacrilegio cuando estás absorbiendo la vida por todos tus sentidos -. Quieres que, cuando regreses a la realidad de tu habitación, esa sensación siga existiendo.
Quieres saber que fue de verdad.

Obersee @María Reig

Obersee @María Reig