Si de algo va Papel y Tinta es de periodismo. Por este motivo, son numerosas las alusiones a periódicos y periodistas de principios del siglo XX. Y es que, en las páginas de la novela, la actualidad no es solo un punto de referencia a nivel contextual, sino que los personajes se meten directamente en ese fango de noticias, rotativas, papel y tinta (si me perdonas la redundancia).
En la carrera de Periodismo, se descubren algunas de las cabeceras que forman parte de la vida de Elisa. Fue en clase de Historia del Periodismo Español y Universal cuando las conocí por vez primera. Después, el presente me alejó de ellas hasta que decidí retroceder en el tiempo para escribir esta historia. Por eso quiero hacer un recorrido por 7 periódicos históricos (muchos desaparecidos a lo largo del intensísimo siglo XX) que seguro te suenan si ya has leído el libro. Todos ellos, en algún momento, se han utilizado para la documentación de Papel y Tinta. ¡Comencemos!
1. El Imparcial (1867-1933)
Fue fundado por Eduardo Gasset y Artime en la década de los 60 del siglo XIX, pero pronto se convirtió en un periódico de referencia en España e, incluso, en el favorito de muchos. Su principal valor era que, al contrario de lo que solía ocurrir con la mayoría de diarios españoles, no estaba vinculado a ningún partido político. Aun así, tenía una tendencia que podría enmarcarse en lo moderado-burgués. Su bajo precio y la calidad de su plantilla de colaboradores (por la que pasaron grandes representantes de la generación del 98) fueron dos de las ventajas que le permitieron entrar por la puerta grande en el siglo XX.
No obstante, sus constantes relaciones con el poder y los cambios en su dirección a partir de 1900 terminarán por minar la imagen de independencia que solía tener. Durante un tiempo, formó parte de la Sociedad Editorial (junto a El Heraldo de Madrid, El Liberal y otros diarios más pequeños) y ocupó el lugar más a la derecha. Desapareció en 1933 tras una lenta caída de las ventas a lo largo de la década de 1920. Mención especial merece su suplemento cultural, de gran prestigio y popularidad, llamado Los Lunes de El Imparcial.

El Imparcial, 2 de Septiembre de 1918. Fuente: Hemeroteca Digital de la BNE
2. El Heraldo de Madrid (1890-1939)
Este diario era vespertino, es decir, salía por la tarde/noche. Nació como diario liberal madrileño y se centraba en la actualidad más fresca, así como en asuntos culturales. Bastante popular entre la población obrera, cogió fuerza en la última década del siglo XIX y, tras unos años más flojos, pasó a ocupar un lugar preeminente en la prensa del primer tercio del siglo XX. Al igual que El Imparcial, se integró en la Sociedad Editorial, pero sus posturas siempre estuvieron a la izquierda. En la Primera Guerra Mundial se declaró aliadófilo, preferencia compartida con otros periódicos liberales.
No obstante, los años dorados de esta cabecera, en la que colaboraron plumas como la de Luis Bello o Carmen de Burgos, llegaron en la década de 1920 por su claro posicionamiento en contra de la dictadura de Primo de Rivera y el enfriamiento de sus relaciones con la monarquía. Tanto es así que, con la proclamación de la Segunda República, se convirtió en el periódico de referencia de los republicanos de izquierdas, lo que le valió una primera suspensión en 1934. Como imaginarás, esta amistad no tuvo cabida en la dictadura franquista, así que fue incautado al final de la Guerra Civil, en 1939.

El Heraldo de Madrid 1 marzo 1923. Fuente: Hemeroteca Digital de la BNE
3. El Liberal (1879-1939)
Aunque El Imparcial se presentó durante sus inicios como un periódico independiente, y lo fue en muchos aspectos, algunos de sus más relevantes redactores creyeron que Gasset y Artime se mostraba demasiado favorable a la monarquía. Así, un grupo de descontentos ante el posicionamiento del rotativo fundó El Liberal en 1879. Se concibió como un periódico totalmente independiente, aunque con una clara tendencia republicana de corte moderado. En sus filas, Mariano Araús, su primer director, que antaño había liderado el otro diario.
Durante la Primera Guerra Mundial se declaró aliadófilo, al igual que El Heraldo. Sus lectores eran, sobre todo, personas de la pequeña burguesía o de la clase obrera a las que atraía la mezcla de información, opinión y literatura en sus páginas. En los primeros años del siglo XX, se integró en el trust editorial junto con las cabeceras anteriormente mencionadas. Sin embargo, no tardó en producirse, en su redacción, un nuevo cisma: en 1919, los periodistas situados más a la izquierda decidieron fundar un nuevo periódico al que llamaron La Libertad. El Liberal fue uno de los diarios con mayor tirada en la década de 1920 así como uno de los grandes partidarios de la Segunda República, en la línea de Manuel Azaña. También fue incautado en 1939.

El Liberal 12 de noviembre de 1918. Fuente: Hemeroteca Digital de BNE
4. La Correspondencia de España (1860-1925)
La historia de «la Corres» viene de lejos, con otras denominaciones, pero vamos a centrarnos en su última etapa, con el nombre de La Correspondencia de España. La ubicación de este diario en el panorama periodístico fue de clara competencia con El Liberal y El Imparcial, asumiendo posiciones más parecidas al segundo. Era un diario vespertino que, no obstante, llegó a sacar hasta siete ediciones diarias entre matutinas, especiales y de provincias. Fue una muestra más del inicio de la prensa de información en España, que buscaba desmarcarse de la tradición partidista.
La aparición de nuevos periódicos a finales del siglo XIX y en los primeros años del siglo XX no facilitó la vida de «la Corres», que tuvo que repartir el pastel con el ABC, El Heraldo de Madrid, La Voz…etc. Tras el estallido de la Primera Guerra Mundial, se declaró aliadófila y se posicionó siempre en contra de la guerra de Marruecos. Aunque en estos años decidió ampliar sus páginas de cuatro a ocho, en las que reinaban los textos de sus afamados colaboradores, los folletines, las ilustraciones y las completas informaciones nacionales e internacionales, no pudo evitar su declive. Este se aceleró con la desbandada protagonizada por parte de algunos de sus mejores redactores, quienes siguieron a Leopoldo Romero para iniciar una nueva aventura: el periódico vespertino Informaciones. Solo tres años después, se dejó de escuchar aquel grito de «la Corres» a los vendedores callejeros .

La Correspondencia de España 18 de abril 1912
5. El Sol (1917-1939)
El inicio del siglo XX también dio lugar a la aparición de nuevas cabeceras que competían con las anteriores por ganarse el favor de los lectores. Una de las más icónicas de los años veinte fue El Sol, fundado por el filósofo (permíteme abreviarlo así) José Ortega y Gasset y Nicolás María de Urgoiti, director de La Papelera Española. Si has leído Papel y Tinta, probablemente te suene este segundo nombre y es que, aunque no está incluido en la selección de cameos de lujo, también tiene apariciones estelares en la novela. En la portada del periódico se podía leer el objetivo con el que fue concebido por sus fundadores, pues se autodenominaba «independiente». Ay, ¡bendita independencia del poder! Ya entonces obsesionaba a los periodistas…
El Sol introdujo mejoras notables en la concepción del periodismo, pues decidió desmarcarse del bucle sensacionalista en el que habían entrado otros diarios con la sección de sucesos. También eliminaron referencias taurinas o resultados de lotería para centrarse en la profundidad de los textos. Su meta era proporcionar información de calidad a un selecto grupo de lectores que, no obstante, debía estar ciertamente formado y tener dinero suficiente como para adquirir diariamente un ejemplar que, eso sí, costaba el doble que los demás. La intelectualidad tiene un precio. Entre sus colaboradores se encontraban Luis Bagaría como ilustrador, Corpus Barga como corresponsal en París o el mismo José Ortega y Gasset.
De hecho, fue en las páginas de este periódico donde publicó su célebre y lapidario artículo El Error Berenguer (sí, lo lee Elisa en la novela). Un texto que marcó el inicio del fin para este medio que agrupó y representó a la intelectualidad y la burguesía liberal en la España de los años veinte.

El Sol 15 Noviembre 1930. Fuente: Hemeroteca Digital de la BNE
6. La Voz (1920-1939)
Al camino de El Sol pronto se sumó un compañero que lo complementó: La Voz. El primero era matutino, así que su hermano pequeño se creó como diario vespertino. Una vez más, en su fundación se volvió a emplear el concepto liberal e independiente como etiqueta para diferenciarse de la supuestamente obsoleta prensa de partido. Aunque compartía gran parte de los principios periodísticos con este otro, La Voz dio espacio a los sucesos y a informaciones sobre espectáculos y llegó a convertirse en el vespertino con más éxito en ventas en calle a inicios de los años 30.
Algunos de sus colaboradores (muchos también en plantilla en El Sol) fueron Tomás Borrás o Luis Araquistain, ambos mencionados en Papel y Tinta. Sus principales competidores eran El Heraldo de Madrid y el ABC. Con el advenimiento de la Segunda República, ambos periódicos se posicionaron junto al republicanismo más moderado, siguiendo la línea de Azaña, y, en los momentos previos, fueron muy críticos con el gobierno de Berenguer. Un dato curioso es que La Voz cubrió con una edición matutina la ausencia de El Sol cuando este fue suspendido. Ambos desaparecieron en 1939, con el fin de la Guerra Civil y el inicio de la dictadura franquista.

La Voz, 14 de septiembre 1923. Fuente: Hemeroteca Digital de la BNE
7. ABC (1903 – Actualidad)
Terminamos esta selección con un periódico que es histórico, pero que se diferencia de los anteriores por haber sobrevivido al siglo XX y haber llegado hasta nuestros días. Torcuato Luca de Tena (también te sonará de las páginas de la novela) lo creó en 1903, aunque hasta 1905 no pasó de semanario a diario. Una vez más, en su definición y presentación se emplearon las palabras de moda «independiente» y «liberal». No obstante, el ABC dio un paso más allá con un aspecto de máxima importancia en esos tiempos: la imagen. De hecho, antes que el diario, Luca de Tena fundó Blanco y Negro, uno de los mayores exponentes de periodismo gráfico de la primera mitad de siglo.
Al igual que el resto de periódicos que coparon el mundo periodístico de 1900, el ABC se esforzó por presentarse como un diario moderno, a la vanguardia y seguidor de las tendencias extranjeras. Este diario fue creciendo paulatinamente en el primer tercio de siglo y, en 1929, surgió una de sus delegaciones más representativas: el ABC de Sevilla. Episodio curioso de este periódico es el que vivió durante la Guerra Civil, pues esta se reflejó en su propia estructura al editarse dos ABC en España: el republicano, en la capital, y el nacional, desde Sevilla.

ABC, 15 abril de 1931. Fuente: Hemeroteca Digital de la BNE
2 Comentarios
Siempre es importante la historia, nos muestra nuestro origen y el porque de las cosas y de nuestros cambios y crecimiento, que gran diferencia entre los medios hace más de 100 años y la actualidad digital.
¡Absolutamente, Félix! Es bonito descubrir el origen y la evolución de lo que conocemos ¿verdad? Y los medios, como dices, son un buen ejemplo. ¡Si nuestros antepasados vieran la revolución digital, alucinarían! ¡Un fuerte abrazo y mil gracias por leer!
Comentarios cerrados.